Cada una de las hormonas de Taylor se revolucionaban en su presencia, pero no podía involucrarse en lo que sólo podía ser una corta aventura. Su hijo ya había sufrido demasiado por culpa de una mujer de la ciudad y, al igual que a él, le costaba confiar en los demás.
Angie podría decir cuanto quisiera que quería quedarse para siempre allí: lo que tenía que hacer era demostrarlo.
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