Ronan
Sullivan necesitaba un lugar para vivir y Deirdre Patten, una antigua
conocida, tenía una habitación para alquilar. Pero la proximidad podía
encender una pasión que ambos habían negado en otro tiempo y para ella,
madre divorciada, podía resultar muy peligroso abrir su hogar... y su
corazón. La Deirdre real era más dulce que los recuerdos que poblaban
los sueños de Ronan. Esa mujer cariñosa le ofrecía refugio para el
cuerpo... y para el alma.
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